sábado, 4 de marzo de 2006

Comentarios sobre "Tarjeta Roja a la Prostitución Por Juan Carlos Volnovich * PAGINA 12 -27/1/06 "

Estimados amigos quería compartir con ustedes algunas reflexiones que parten de mi “ total acuerdo” con las palabras de Juan Carlos Volnovich y el “total repudio” que me produce lo allí planteado



Soy militante feminista, psicóloga y trabajo en relación a la Violencia contra las mujeres, la cual no dudo está absolutamente naturalizada y avalada por muchos hombres y mujeres, que justifican (aunque no sea en forma conciente) un modelo social profundamente misógino.

Y alguien me dirá, pero “no será mucho” hablar en pleno siglo XXI de Misoginia?????



Juan Carlos Volnovich nos ayuda mucho cuando nos pregunta - “ , ¿acaso existe la prostitución libre, aquella que se elige a voluntad? “ - , a lo cual yo sumaría

¿Acaso creen que existe la decisión de muchas mujeres a tener decenas de hijos sin desearlo, de no abortar, de exponer su cuerpo para intentar ser madres a cualquier costo, de permitir que sus maridos/parejas las golpeen y las violen, de aceptar que su empleadores le paguen menos que a sus pares varones, de validar el maltrato y la descalificación o de estar más expuestas a contraer VIH que los varones?

¿Son realmente estas elecciones posibles????? o son elecciones forzadas , aquello que Lacan planteaba como La bolsa o la Vida??????



Es interesante la reflexión que hace el escritor español Juan José Millás , que pone un ejemplo ilustrativo para explicar cuan arraigada está la misoginia en nuestro días y con qué naturalidad se la toma ya que ni si quiera se percibe como perniciosa….

.El problema, dice Millas, es que mientras no nos demos cuenta de que las mujeres son al misógino lo que el español al etarra , lo que el judío al nazi , lo que el negro al racista y lo que el homosexual al homófobo, es decir, mientras la misoginia no nos produzca el mismo espanto que el terrorismo, el nazismo, el racismo y la homofobia, las mujeres continuarán cayendo como moscas



Y las mujeres siguen cayendo como moscas y todavía hay muchos que continúan contribuyendo do (tanto hombres como mujeres) a una sociedad excluyente e intolerante que se excusa , en este caso en la virilidad, para hacer alarde “del uso y abuso del poder” y de esta manera continúa amedrentándonos y disciplinándonos para ser funcionales.

No nos olvidemos que detrás de esto están los que hacen muchísimo dinero y que no son precisamente ni las prostituas ni los que demandan su servicios sexuales , que de hecho son producto de un entrampamiento que el modelo patriarcal nos ha legado y que muchos aprovechan para enriquecerse.



Finalmente, agradezco que existan espacios para empezar a denunciar estas cosas , que es el “darse cuenta”, el primer pasó a pensar que no “no es natural” que esto suceda y que seguramente algo podremos hacer para evitarlo.



Y a modo de cierre, me gustaría compartir con ustedes el aporte el lenguaje nos ofrece, para pensar en algunas cuestiones entre los sexos…..



Misoginia (que proviene del griego μισεǐν miseín: ‘odio’ del gr. γυνή, mujer y que la Real Academia Española RAE) define como Aversión u odio a las mujeres debe tener un antónimo, ya que de hecho debe existir existe la “aversión a al sexo masculino….” como una patología , tanto de hombres como de mujeres??????



Si bien muchos utilizan el término Misandria (del griego de μισεǐν miseín: ‘odio’ άνδρός andros, ‘hombre’) como el antónimo directo de Misoginia por su etimología debo decirles que la RAE aún no contempla esta palabra.

Si uno hace formalmente la consulta la RAE nos ofrece como antónimo el término Androfobia, al cual define como la aversión obsesiva hacia los hombres.

Ahora bien por su etimología antónimo de androfobia sería Ginefobia, palabra sí aceptada por la RAE y definida como la aversión obsesiva hacia las mujeres) .

Por lo tanto Misoginia y Ginefobia serían sinónimos cuando los vocablos griegos “medien” y “fobos” no lo son.

Y como si esto fuera poco no faltan artículos sobre el tema que utilizan el término “Misantropo" (del gr. μισάνθρωπος) que define a la Persona que, por su humor tétrico, manifiesta aversión al trato humano. Y esto se debe a la ambigüedad que surge de la misma definición del término hombre en la RAE que entre otras acepciones menciona 1 – m Ser animado racional, varón o mujer; 2. m. varón (ǁ ser humano del sexo masculino).





Y finalmente y como un aporte más a la confusión general hay quienes responden que el antónimo de Misoginia es “androginia” , definido como que tiene los dos sexos pero no hace relación a aversión, odio o miedo alguno….. pero que pareciese que en el imaginario colectivo , ayudado por la fonética , se asocian más de lo debido…



Nuevamente gracias,

Fabiana



Tarjeta roja a la prostitución forzada


Por Juan Carlos Volnovich * PAGINA 12 -27/1/06 http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/index-2006-01-27.html

Pasó durante los Juegos Olímpicos de Atenas en el 2004 y es previsible que vuelva a suceder en Alemania. El campeonato por la Copa Mundial de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) que tendrá lugar en junio próximo amenaza ser un volcán de testosterona. El evento no sólo convocará a los mejores jugadores del mundo, a los periodistas especializados y a los tres millones de aficionados locales e internacionales que viajarán especialmente para la ocasión, sino que, además, está prevista una buena dotación de prostitutas para dar servicio a los presentes. Es previsible. En todos los grandes encuentros deportivos, allí donde se da una gran concentración de varones, aumenta de forma espectacular la demanda de servicios sexuales. La virilidad, ya se sabe, se consagra en los excesos: pasión por el buen fútbol, grandes cantidades de drogas y de alcohol y, pago mediante, satisfacción irrestricta del apetito sexual. Fútbol y sexo se llevan muy bien. Tanto, que Norman Jacob, un exitoso y visionario abogado ya tiene montado para beneplácito de los clientes, a minutos nomás del Estadio Olímpico de Berlín, lo que aspira a ser el burdel más grande, confortable y lujoso del mundo: Artemis.

La cuestión no sería un problema –mucho menos en Alemania donde la prostitución es legal desde el 2002– a no ser por el siguiente dato: se calcula que cuarenta mil mujeres provenientes de los países de Europa del Este y del norte de Africa se sumarán a las quince mil “trabajadoras sexuales” forzadas que residen en Alemania. Y estas cuarenta mil mujeres aumentarán el tráfico ilegal que inunda a la Unión Europea. Son quinientas mil personas –en su mayoría mujeres y niñas destinadas a la explotación sexual comercial– las que integran un verdadero ejército de esclavas. Mucho, muchísimo si se compara con las cincuenta mil mujeres y niñas que cada año ingresan a Estados Unidos víctimas de similares mafias internacionales; mafias que operan en los pobres países de origen para nutrir de “mercancía” al mercado del Norte. Poco, muy poco si se considera que escalando posiciones, después del tráfico de drogas y el tráfico de armas, en la actualidad la trata de personas ha llegado a ocupar el tercer lugar en el escalafón de las más lucrativas actividades ilegales del mundo.

La prostitución –esa “profesión”, la más vieja del mundo– a la que algunos prefieren aludir como explotación sexual comercial –esa violencia, la más antigua que se conoce– se ha puesto en el centro de un acalorado debate que generalmente pasa por enfrentar a aquellos que se juegan por la posibilidad de reglamentarla, opuestos a los que proponen prohibirla, y en contra de los que aspiran a su abolición.

Porque el caso que aquí se trata es el de la prostitución forzada. Mujeres y niñas que bajo el control de los proxenetas arriban engañadas a un país ajeno donde escuchan una lengua que no conocen. Mujeres y niñas indefensas a las que les sustraen los documentos y que por lo tanto pierden la posibilidad de transitar libremente. Mujeres y niñas que son alojadas en depósitos donde deben atender a una multitud de clientes para alimentar la ganancia de los proxenetas y que, por lo general, son inducidas a consumir alcohol y drogas hasta que el deterioro físico y las enfermedades de transmisión sexual las vuelven descartables.

Así funciona la prostitución forzada. Pero, ¿acaso existe la prostitución libre, aquella que se elige a voluntad?

Quienes proponen trazar un límite para separar la prostitución forzada de la prostitución libre son, en general, los mismos que sugieren una diferencia abismal entre trata y prostitución, entre prostitución de adultos y prostitución infantil, entre prostitución del Primer Mundo y prostitución del tercero. Quienes abogan por este tipo de discriminación no hacen más que reforzar en el imaginario social la existencia de una prostitución “buena”, deseable o, al menos, aceptable, compatible con los derechos humanos, separada de una prostitución “mala” y condenable, que viola los derechos humanos. Son los mismos que defienden la legitimidad de una práctica llevada a cabo por personas adultas que voluntariamente se prestan a ello confundiendo consentimiento con condescendencia. Quiero decir: la mujer en situación de prostitución acepta mansamente desde su lugar degradado las exigencias de los proxenetas y las demandas de los clientes, pero esto no es consentimiento. Su complacencia a los que pagan está al servicio de la adaptación –y, muchas veces, de la mera conservación de la vida– en condiciones de inferioridad. Y tal parecería ser que el solo hecho de pagar hace virtud del abuso, la violación y las lesiones graves a la intimidad. Tal parecería ser que la presencia del dinero que esgrime el cliente transforma un delito en “trabajo” digno.

De modo tal que se impone cambiar el eje del debate. En lugar de responder al interrogante que hace foco en las razones que llevan a las mujeres a prostituirse, ha llegado el momento de preguntarnos por qué los hombres eligen comprar (o alquilar) los cuerpos de millones de mujeres, llamar sexo a esa operación y, aparentemente, disfrutar con esa práctica. Por qué se ha extendido tanto el consumo sexual pago en épocas como las que nos ha tocado vivir, cuando la liberación femenina facilita y estimula una sexualidad a la carta “gratuita”.

Con la convicción de que la legislación y la intervención del Estado –inevitable e ineludible– son insuficientes para enfrentar el problema de la explotación sexual, Ulrike Helwerth, portavoz del Consejo Alemán de Mujeres, ONG que representa a cincuenta asociaciones, sindicatos y partidos políticos de todo el país, envió una carta a los jugadores y representantes de la Federación Alemana de Fútbol. “Ustedes son un ejemplo para muchos hombres y su palabra cuenta a veces mucho más que la de los políticos”, dice el texto. “Por eso les pedimos que digan públicamente que los ‘hombres de verdad’ están en contra del tráfico de personas y de la prostitución forzada.” No estaría mal hacerla extensiva a todos los jugadores que intervendrán en el campeonato por la Copa Mundial de la FIFA. No estaría mal que quienes detentan los atributos de la virilidad se pronuncien públicamente en contra de uno de los aspectos más escabrosos y más sórdidos que las desigualdades entre varones y mujeres hayan producido jamás. No estaría mal que algo comience a cambiar en la subjetividad de los varones que la consumen, tanto como en la industria que las recluta y la sociedad que, naturalizándola, la tolera.


* Como psicoanalista investiga la relación entre las teorías feministas y el psicoanálisis.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Hola! Llegué a tu blog justamente cuando quería demostrarle a mi novio que incluso la existencia de la palabra "misógino" es misógino, porque intuía que no existe su versión, digamoslé, contraria (?). Me encantó conocer ese nuevo término, también hice mi búsqueda en la RAE. Como no podía ser de otra manera, el lenguaje mismo está hecho para odiar, denegar y aplastar a las mujeres, en esa sola dirección.

gracias por el término nuevo!
Beso, Lu