sábado, 4 de marzo de 2006

Violencia de Género

Este 2005 se renovó el compromiso Internacional realizado desde 1991 del llamado a la Acción para Erradicar la violencia sobre las Mujeres: por la salud física, emocional y social de las mujeres, por la salud de todas las personas, por la protección de los derechos humanos, por la promoción del desarrollo sostenible y por la paz en el mundo: ¡NO MAS VIOLENCIA!
A partir de la "Década de la Mujer" establecida por las Naciones Unidas (1975-1985) el tema de la "Violencia contra la Mujer" fue instalado en las Agendas Internacionales, lo que implicó un paso importante en su reconocimiento como un problema social. Sin embargo aún hoy se hace realmente difícil poder determinar el alcance real de la misma , ya que nuestra cultura naturaliza las relaciones desiguales entre varones y mujeres, sosteniendo la “no visibilización” de este tipo de violencia como un problema social. Esta concepción forma parte de los prejuicios y estereotipos sociales presentes en toda la sociedad, no sólo en el victimario sino también en agentes sanitarios policiales, judiciales, legislativos. Y de alguna manera, también en las propias mujeres víctimas que en muchos casos se sienten merecedoras del maltrato.
Por esto, una de las principales preocupación a nivel mundial, sigue siendo superar los obstáculos que impiden relevar datos, tanto cualitativos como cuantitativos. Se considera que la violencia contra las mujeres abarca todo tipo de situaciones sociales y económicas y está asociada a características culturales que naturalizan su ejercicio. Se cita, entre otras, como violencia por motivo de género, a las violaciones y otras formas de violencia sexual, la violencia doméstica, el asesinato para "restaurar la honra" y la trata de mujeres. Algunos indicadores característicos de la violencia de género son: menor grado de acceso de las niñas a los alimentos, la atención médica y la educación, prostitución infantil, violencia en el noviazgo, relaciones sexuales bajo coacción económica, violación en el matrimonio, malos tratos infligidos a las mujeres por sus compañeros íntimos físicos y psicológicos, malos tratos infligidos a mujeres discapacitadas, a viudas y/o a ancianas. Es importante considerar la repercusión que estos tipos de violencia tienen en perjuicio de la salud reproductiva y el bienestar de las mujeres y niñas, de manera directa o indirecta en, por ejemplo, los embarazos no deseados y acceso restringido a la información sobre planificación de la familia y los anticonceptivos; abortos realizados en malas condiciones o lesiones a consecuencia de un aborto legal después de un embarazo no deseado; enfermedades de transmisión sexual, inclusive el VIH/SIDA; problemas psicológicos.
Otra dificultad en el proceso de relevamiento de datos es el amplio sub-registro de los casos en las fuentes .Según estimaciones, solo son denunciados un 2% de los casos de abuso sexual infantil dentro de la familia y entre un 20% y un 30% de los ataques sexuales contra las mujeres adultas. Este subregistro, además de lo mencionado en relación a la invisibilidad, se debe finalmente a la percepción de que no hay servicios o respuestas sociales positivas para resolver el problema, o que los servicios existentes son poco eficientes y hasta dañinos, y perjudican aún más su situación.
Un instrumento internacionalmente reconocido para la medición de este tema es la Encuesta Internacional de Violencia contra las Mujeres (EIVCM), que se ha concebido justamente en torno a la hipótesis de que las violaciones de las leyes y normas de la sociedad contra la violencia se mantienen invisibles, dado que la mayoría de los actos de violencia contra la mujer no llegan a conocimiento de los programas asistenciales y se apoya Encuesta Internacional de Victimización (ICVS) que se ha realizado con éxito en más de 70 países .El proyecto de EIVCM se inició en 1997 y desde entonces ha sido y continúa siendo objeto de revisiones y consultas.
Tengamos en cuenta que la prevalencia tan significativa de estas formas de violencia constituye un serio problema de salud pública, ya que representa una causa significativa de morbilidad y mortalidad entre las mujeres de edad productiva. Además de las heridas, fracturas, abortos, etc. producto de las agresiones: Las mujeres como blanco de la violencia pueden padecer stress crónico y, como consecuencia, enfermedades tales como hipertensión, diabetes y asma. Frecuentemente, también sufren dolores de cabeza en forma crónica, trastornos sexuales, depresiones, fobias y miedos. La violencia contra las mujeres tiene también un alto costo social y económico para el Estado y la sociedad. Los gastos incurridos en salud, procesos legales, transporte, incapacidades y ausencias al trabajo de las mujeres afectadas pueden implicar sumas multimillonarias anuales para las instituciones públicas y privadas, así como para las familias

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