Cuando nos acercamos a quienes han sufrido maltrato, golpes, abuso – en el ámbito familiar, laboral, social -, encontramos algo común en todos ellos: los esfuerzos realizados por mantener esa historia oculta, conviviendo con ese secreto y buscándole una explicación, una justificación o , lo que es peor, sintiéndose merecedores y avergonzados por lo sucedido. En la mayor parte de los casos, prima la nefasta creencia, de que “algo habrán hecho” para desencadenar la “reacción del otro”…..
Y me pregunto ¿Como empezó todo aquello, cuando por a primera vez los violentaron, cuánto lo soportaron, cuando y por qué decidieron romper su silencio, hubo un día en que aquél o aquella a quien amaban o respetaban , de pronto comenzaron a lastimarlos…. ?
Ya en 1919 Freud se preguntaba: ¿Cómo “lo familiar” deviene siniestro? Esto es, ¿cómo lo familiar, lo íntimo y lo amable se transformó en su contrario?
Lo siniestro, que es también lo familiar en estos casos, es la marca de aquello que debió permanecer silenciado, pero se rebeló. Y no ya puede ser cubierto nuevamente, pero tampoco puede quedar al “descubierto”. Y allí el secreto que las víctimas se esfuerzan en ocultar de una y mil formas posibles.
Y de nuevo me pregunto, ¿pero no hubo alguien en su entorno que se diera cuenta de lo ocurrido, no hubo quien escuchase”los silencios” que condicionan a quien tiene “tanto que callar”, no hubo cerca una mirada piadosa que reconociese la mirada “inconfundible” de los que conviven con “un dolor” tan profundo?
¿Y si alguien se dio cuenta porque no pudo ayudar, porque no denunció lo ocurrido, porque creyó que se trataba de “historias privadas”?
Reformulando la pregunta freudiana ¿porque “la violencia” se nos hace familiar? ¿Porque la “naturalizamos” al punto que la justificamos y hasta en algunos puntos la creemos lógica y necesaria para “resolver” una situación”?
Nos esforzamos por sostener “que no ha pasado nada” ya que son cuestiones domésticas, y por lo tanto privadas y van a pasar, pronto se arreglarán…. ¿Pero que nos lleva a sostener tan perversa indiferencia? ¿Nos creemos inmunes al tema? ¿O sentimos miedo de sabernos protagonistas de estas historias - tanto en el rol de víctimas o de victimarios-?
Estudios internacionales afirman que una de cada cinco mujeres será víctima de violación o de intento de violación a lo largo de su vida y una de cada tres habrá sido golpeada, obligada a entablar relaciones sexuales bajo coacción o maltratada de otra manera, por lo general por un miembro de su familia o un conocido
En este contexto, es difícil que el tema nos sea ajeno, que no conozcamos de cerca una de estas historias. Sin embargo en nuestro país la indiferencia social no discute el tema, y política pública nos garantiza su ignorancia.
Vale decir que, a nivel local, desconocemos cual es la dimensión real de este tema, ya que no hay datos representativos ni confiables. Argentina es casi uno de los únicos países latinoamericanos, que no investiga seriamente al respecto
En ese sentido hemos logrado hacerle un aporte a la controvertida frase de Stalin, ¿recuerdan?: “Una muerte es una tragedia, un millón de muertes es una estadística”, En nuestro caso “ni siquiera tenemos estadísticas” y entonces pareciera que no tendríamos de que preocuparnos…..A no ser que la violencia se nos vuelva familiar…
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