Como cada año en este día, siento la necesidad de recordarles y recordarme que cuando hablamos de violencia hacia las mujeres no existe la neutralidad: tanto impunidad, como el silencio y la indiferencia son cómplices; quien golpee a una mujer nos golpea a todas y todos.
Y este año, quiero nombrar los diversos golpes que recibimos las mujeres; unos más visibles que otros, muchos con consecuencias devastadoras, la mayoría evitables y todos aún tolerados por gran parte de la sociedad.
Nos golpean los prejuicios y los estereotipos de género. El uso de lenguaje sexista y la burla por los intentos de modificarlo.
Nos golpean las maternidades con sus pulseritas rosas y celestes, el cuerpo de las muñecas barbies, palabras como “machonas” o marimachos; la imposición de juegos tranquilos o de actividades manuales, los retos por treparnos y revolcarnos en el suelo; los jardines de infantes que aún cuentan con un rincón de juegos exclusivo para niñas lleno de muñecas y utensilios de cocina; o la aberrante creencia que el cuerpo de las niña que ha desarrollado es una invitación al abuso.
Nos golpean los y las docentes que ignoran la dimensión política y social de las diferencias de género, las escuelas que refuerzan estereotipos de lo femenino, las propuestas pedagógicas que disciplinan el lado salvaje de las niñas; las escuelas que expulsan a una adolescente embarazada o no le facilitan a las niñas madres continuar sus estudios.
Nos golpea la falta de educación sexual, la ausencia de campañas anticonceptivas, la muerte por aborto clandestinos; la subestimación del parto humanizado, la banalización de la incidencia de los cambios hormonales en los estados afectivos; la falta de inversión en la prevención de los embarazos adolescentee, la feminización del VIH-Sida, el incremento de la mortalidad materna, la falta de diagnóstico del cáncer de mama / útero o el desconocimiento de las manifestaciones diferenciadas de las enfermedades cardiovasculares.
Nos golpea cobrar menos que a un hombre por una misma tarea, ser subestimadas para puestos directivos, la creencia de profesiones y oficios exclusivos para varones y mujeres; el uso de información sobre nuestra vida privada para descalificarnos públicamente, el permanente atropello a la ley de cupos, la descalificación del liderazgo femenino, la burla de tragedias como el acoso sexual y laboral.
Nos golpean llamándonos putas por ejercer libremente la sexualidad, con la condena a la heterosexualidad forzada, considerando al lesbianismo como una perverción, justificando una violación por el uso de minifaldas y escotes; murmurando “algo habrán hecho” para ser golpeadas; o tolerarando la esclavitud sexual, la explotación de la prostitución y la trata de mujeres.
Nos golpean cuando degradan al cuerpo femenino en publicidades o medios de comunicación; cuando convalidan la idea mujer–objeto , sancionan a las libres pensadoras, cuestionan que la no elección de la maternidad como destino; o cada vez que en nombre del “instinto maternal” avalan la sobrecarga de responsabilidades sobre las mujeres.
Nos golpea el desamparo de una víctima de un delito sexual, la protección al violador, la descalificación a la mujer golpeada, el ninguneo al maltrato psicológico, el uso de la emoción violenta como un atenuante jurídico, la descripción de un femicidio (2) como un crimen pasional.
Nos golpean cuando reducen la violencia al golpe, dejando fuera la, el maltrato psíquico, emocional, comunicacional, económico, político; los celos obsesivos o el suicido inducido.
Nos golpean en tanto aumenten los femicidios o crímenes de mujeres, y no se los denuncie como la expresión más siniestra de la misoginia (término que se utiliza para nombrar el odio/aversión a las mujeres).
Nos golpean y golpearon al borrarnos de la historia, las ciencias,
el deporte, la religión y las artes; al ignorar al patriarcado como el origen de la violencia de género, equiparar el feminismo con el machismo,
desconocer la relación directa entre machismo y violencia, ningunear la lucha feminista o ridiculizarla, olvidando su aporte a la equidad de género.
En tanto la violencia hacia las mujeres siga golpeándonos, nadie que abogue por una sociedad más justa, debe abandonar esta causa.
No olvides que tu silencio es cómplice.
Quien golpea a una mujer; te golpea a vos, a tus seres queridos
y nos golpea a todas y todos.
Rompé el silencio. Corre la voz.
Ni una víctima más por cuestiones de género.
"No más violencia sobre las Mujeres"
Quien golpea a una mujer; te golpea a vos, a tus seres queridos
y nos golpea a todas y todos.
Rompé el silencio. Corre la voz.
Ni una víctima más por cuestiones de género.
"No más violencia sobre las Mujeres"
Fabiana Andrea Mendez
25 de Noviembre del 2012
(1) La fecha se instituyó en el primer el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá, en Julio de 1981, en homenaje al día en que asesinaron a las Hermanas Mirabal ( Patria, Minerva y María Teresa) por su lucha en contra del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo. Allí se propuso hacer del 25 de noviembre, un día de reflexión y denuncia contra las diferentes formas de violencia que sufren las mujeres.
Posteriormente, en la Conferencia Internacional de la Mujer organizada por Terre de Hommes (R.F.A) celebrada del 6 al 15 de Mayo de 1987 en Taunus, República Federal Alemana, se analizó la situación de las mujeres, verificándose la existencia de problemas que eran consecuencia de crisis económicas, políticas, o bien resultado de la militarización y de la explotación y se acordó el 25 de Noviembre como “DIA INTERNACIONAL POR LA NO VIOLENCIA CONTRA LA MUJER”.
Posteriormente, en la Conferencia Internacional de la Mujer organizada por Terre de Hommes (R.F.A) celebrada del 6 al 15 de Mayo de 1987 en Taunus, República Federal Alemana, se analizó la situación de las mujeres, verificándose la existencia de problemas que eran consecuencia de crisis económicas, políticas, o bien resultado de la militarización y de la explotación y se acordó el 25 de Noviembre como “DIA INTERNACIONAL POR LA NO VIOLENCIA CONTRA LA MUJER”.
(2) Russell Diana y Radford plantean que el femicidio surge como expresión para evidenciar que la mayoría de los asesinatos de mujeres por parte de sus maridos, novios, padres, conocidos y también los cometidos por desconocidos, poseen un sustrato común en la misoginia, crímenes que constituyen, a juicio de las autoras, “la forma más extrema de terrorismo sexista, motivada por odio, desprecio, placer o sentimiento de propiedad sobre las mujeres”.