Cada vez que planteó el tema de la escucha propongo, casi como un juego, discutir sobre el por qué fuimos creados con dos oídos y una sola boca, invitando así a reflexionar sobre la importancia de "la escucha".
Y si bien somos muy concientes de lo molesto que nos resultan las personas que no paran de hablar, o interrumpen impidiéndonos expresar una idea de corrido; en general no lo somos tanto de nuestra propia disposición a escuchar y, fundamentalmente, de la importancia de entrenar una "escucha activa".
En relación con esto, no debemos olvidar que la formación y la cultura heredada no contribuyeron al desarrollo de la habilidad de saber escuchar, pues el énfasis principal de la formación sobre comunicación estuvo centrado en la escritura y en la oratoria: la escucha quedó entonces relegada a un lugar pasivo, asociado a una actitud débil o falta de carácter.
Entre las principales razones por las que la mayoría de las personas no escuchamos con atención se mencionan:
el temor a ser influidos negativamente, la creencia de que somos los poseedores de la verdad y de que el otro está equivocado, el sentir que cuando uno habla puede ejercer más influencia o es más aceptado que cuando escucha.
Sin embargo, en una investigación sobre cómo actúan los negociadores exitosos, entre los comportamientos que asumen estos en una negociación se encuentra que
"... escuchan mucho más que los negociadores promedio...".
Darcy Ribeiro afirma "...quien controla una conversación no es quien más habla sino quien mejor escucha...".
De mejorar la escucha, hacerla activa, eficaz se trata entonces, "el arte de escuchar", algo muy valioso en la actualidad, en todos los planos de la vida.
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